Normalmente los trabajos de rehabilitación que se suelen realizar en los edificios afectan a fachadas, cubiertas, terrazas, patios de luces, etc.
Como vemos, básicamente se trata del envoltorio del edificio, o sea, elementos exteriores que conforman la “piel” de la finca.
No obstante, a veces suelen aparecer problemas estructurales de diferente nivel de gravedad.
Cómo actuar ante problemas estructurales en el edificio
En una de las fincas que actuamos como administrador de fincas en Barcelona aparecieron graves problemas estructurales en el sótano del local.
Este edificio tiene un local de grandes dimensiones que, a su vez, dispone de un sótano también muy ancho de idénticas dimensiones que la primera planta.
En el sótano existen varias columnas muy gruesas en las que aparecieron unas grietas bastante aparatosas y profundas. En las mismas cabía una mano y se veían las armaduras de hierro oxidadas en su interior.
Cuando el propietario del local puso en conocimiento el problema, rápidamente tanto la comunidad de propietarios como nosotros como administradores vimos la gravedad del problema y que precisaba una urgente intervención.
En primera instancia, intervino un arquitecto y se determinó que el problema estructural se había producido por culpa de la sal.
El local se dedica ahora a la venta de automóviles, pero en el pasado estaba ocupado por una empresa salinera y en el sótano se almacenaba la sal.
Años y años de almacenaje de sal provocó que los componentes de esta (cloruro sódico) corroyeran las armaduras de las columnas y el subsuelo del sótano, alcanzando niveles de salinidad elevadísimos.
Se trataba de un problema anormal para un edificio de propietarios, pero su extrema gravedad precisaba una intervención altamente técnica y superior a cualquier otro tipo de rehabilitación, por lo que la comunidad tuvo que contratar unos arquitectos más especializados.
Lógicamente, los costes económicos se dispararon y mucho más cuando se comenzaron a solicitar presupuestos de reparación de las columnas, puesto que los trabajos necesarios a realizar eran muy complejos y el tratamiento a aplicar era propio de los que se aplican en los puertos y construcciones que tienen contacto con el mar.
Asimismo, una vez comenzados los trabajos se detectó que, aparte de las columnas, también estaban afectadas casi todas las paredes del sótano.
Aunque la comunidad de propietarios tenía fondos acumulados, estos no cubrían la totalidad del coste económico, por lo que tuvieron que acudir a financiación externa a través de una entidad bancaria que financió gran parte del coste.
También se tramitaron las correspondientes subvenciones que podían ser importantes al tratarse de problemas de tipo estructural.
Por otro lado, debido a la importancia y complejidad de los trabajos, el propietario del local tuvo que abandonarlo temporalmente a pesar de que las obras se tenían que realizar en el sótano.
Otra cuestión derivada de estos trabajos fue el enorme ruido que se generó en todo el edificio y que se vio más agravado cuando se decretó el estado de alarma y confinamiento total, ya que todos los propietarios se encontraban en sus domicilios y tenían que soportar intensos ruidos y vibraciones muy elevadas.
Por suerte, este tipo de rehabilitaciones de tipo estructural no son habituales en los edificios, y mucho menos como el caso comentado, ya que la causa del problema existente fue debido a un problema químico.
Aunque la gestión para la resolución del problema fue llevada por una comisión de propietarios, nosotros como administradores de fincas, con esta experiencia extrema, hemos ampliado conocimientos en la materia y en muchos otros aspectos derivados de esta obra estructural, tanto a nivel técnico como económico.
Para cualquier consulta o duda acerca de gestión de conflictos o problemas en comunidad de propietarios, no dudes en contactar con un profesional en comunidades en Barcelona para un asesoramiento personalizado.