La gestión y administración de las comunidades de propietarios puede realizarse mediante dos modelos principales: la gestión tradicional, autogestionada por los propios vecinos mediante los integrantes de la junta (presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, etc.) y la gestión profesionalizada, llevada a cabo por administradores de fincas colegiados.

Ambos sistemas presentan ventajas y desventajas, que afectan no solo al funcionamiento interno, sino también a la convivencia y bienestar de los vecinos, así como al valor de la propiedad de toda la comunidad de propietarios.

Veamos cada uno de los modelos:

Gestión Tradicional: Autogestión Vecinal o Autoadministrada

La gestión tradicional se caracteriza porque las tareas administrativas, legales y de mantenimiento de la comunidad son asumidas directamente por los propietarios, habitualmente organizados a través de una junta electa en reunión. El presidente de la comunidad, designado entre los vecinos por votación, sorteo o turno, representa legalmente a la comunidad y preside las reuniones, aunque sus conocimientos normalmente suelen ser limitados en cuestiones técnicas y jurídicas.

Ventajas:

  • Menores gastos: Al ser un cargo voluntario y gratuito, los costes de gestión son significativamente inferiores, lo que repercute en cuotas mensuales más bajas para los propietarios y una mayor autonomía financiera.
  • Relaciones más estrechas: Fomenta la cohesión y convivencia entre los vecinos ya que la toma de decisiones es colaborativa y responde a los intereses particulares de todos los vecinos.
  • Autonomía y flexibilidad: La capacidad de establecer y modificar normas en función de las necesidades comunitarias ofrece una respuesta más rápida, directa y personalizada ante los problemas cotidianos y habituales que tiene la comunidad de propietarios.

Desventajas:

  • Carga de trabajo: La gestión de administrar la comunidad de propietarios puede convertirse en una tarea abrumadora para los propietarios que la desempeñan, comparable casi a un empleo a tiempo completo, especialmente en comunidades formadas por muchos departamentos.
  • Falta de formación: Los miembros de la junta suelen carecer de experiencia en ámbitos legales, fiscales y financieros, lo que puede derivar en errores administrativos, problemas de contabilidad y/o fiscales, y conflictos internos entre vecinos al no haber un asesoramiento correcto.
  • Riesgos legales: El desconocimiento de normativas puede desembocar en incumplimientos legales y responsabilidades personales para los miembros de la junta que se pueden agravar si representan un perjuicio económico para la comunidad de propietarios o para alguno de sus miembros.
  • Conflictos interpersonales: La ausencia de una supervisión externa puede desencadenar en desavenencias y disputas entre los propietarios, afectando la toma de decisiones y la convivencia.
  • Falta de neutralidad: Las relaciones interpersonales de amistad, vecindad y/o cordialidad, puede nublar la objetividad a la hora de la toma de decisiones por parte del órgano rector de la comunidad (presidente, vicepresidente, tesorero, etc.) hacia uno o varios vecinos (decisiones distintas en función del grado de amistad o enemistad que se tenga).
  • Impacto en el valor de la propiedad: Una gestión deficiente repercute negativamente en la percepción y el valor de los inmuebles en futuras operaciones de compraventa.

Gestión Profesionalizada: Administración Externa

La gestión profesionalizada se confía a un administrador de fincas colegiado, cuya función principal es dirigir los asuntos técnicos, financieros, legales y de mantenimiento de la comunidad de propietarios, así como de asesorar, recomendar y guiar. Este profesional, contratado y remunerado, se encuentra sujeto a la normativa vigente y cuenta con formación específica.

Ventajas:

  • Especialización y experiencia: El administrador de fincas es un profesional que aporta conocimientos técnicos y jurídicos que garantizan una gestión eficiente y ajustada a la normativa legal de las comunidades de propietarios (Ley de propiedad horizontal).
  • Ahorro de tiempo: Los propietarios delegan las tareas administrativas, lo que les libera de cargas laborales y preocupaciones, asegurando un funcionamiento fluido.
  • Gestión eficaz: El control profesional del presupuesto, mantenimiento, contratación de servicios y resolución de conflictos permite obtener unos resultados óptimos y minimiza los riesgos de errores.
  • Asesoramiento legal y fiscal: La capacidad de resolver cuestiones complejas (reclamaciones legales, seguros, reformas) añade seguridad y protección a toda la comunidad.
  • Neutralidad e imparcialidad: El asesoramiento para con la comunidad se basa en criterios de igualdad, equidad e imparcialidad, ciñéndose escrupulosamente a la normativa vigente en cualquier aspecto que afecte a la comunidad.

Desventajas:

  • Coste económico: El principal inconveniente reside en los honorarios del administrador, que si bien no son elevados, su contratación incrementa las cuotas mensuales de la comunidad.
  • Menor autonomía: Las decisiones tienden a formalizarse y ajustarse al criterio profesional del administrador de fincas, lo que puede suponer una disminución en la flexibilidad y la adaptabilidad comunitaria.
  • Distanciamiento interpersonal: La gestión externa, al centrarse en indicadores técnicos y objetivos legales, puede limitar la participación directa de los vecinos y reducir la sensación de pertenencia.

 

Comparativa de Modelos

Característica Tradicional (Autogestión) Profesionalizada
Coste económico Bajo Más alto
Especialización Limitada Alta
Resolución de conflictos Interna, fricciones Externa, enfoque técnico
Cumplimiento legal Riesgo de errores Garantizado
Autonomía y flexibilidad Alta Baja
Transparencia y control Variable Elevada

Conclusión

La elección entre gestión tradicional y profesionalizada depende de factores como el tamaño de la comunidad, la complejidad de sus necesidades y la experiencia de sus miembros. Mientras la autogestión puede ser adecuada en comunidades de propietarios pequeñas y fuertemente cohesionadas, la gestión profesionalizada resulta más recomendable en comunidades de mayor envergadura o con exigencias técnicas y legales avanzadas. No existe un modelo único, sino que cada comunidad de propietarios debe valorar sus recursos, objetivos y riesgos antes de decidir su sistema de gobernanza.